martes, 14 de agosto de 2007

Cáncer En La Hoja.

Y de forma repentina el cielo se cubrió de una extraña sensación dubitativa, un color gris verdoso lo teñía, y ella no podía esperar nada más que el fin de la exploración, asi que, colocando su cabeza entre las manos, dejó que la lluvia desintegrará su esquelético y pálido cuerpo.
Mientras tanto, él, reposando en una hamaca firmemente atada a dos grandes álamos, intentaba batirse al son del viento incesante que corría ese día de locura extraordinaria.
Al salir de su periodo del baile hipnótico de aquella tela, quizo saber en donde estaba ella, quizo sentirla entre sus brazos y decirle todas esas cosas que no había alcanzado a susurrar gentilmente en su oido.
Al entrar a la horrible cabaña, y despues de hervir un poco de agua, comenzó con su ritual sagrado de las 3:00pm. Sacó la bolsa del envoltorio y con religiosa prolijidad la pusó en medio de la taza, la agitó y presionó tres veces con la cuchara, dejándola a un lado. Cuando paró de beber, sintió el gusto amargo y supó que algo sucedía, un sentimiento sobrecojedor lo abrumó totalmente, dirigió su mirada a la tazá y vió el rostro rodeado de dos manos.
No descifró el lugar, pero corrió desesperadamente a la orilla del lago, lugar que dió como primera opción. pensó en el mal que le había hecho, en todas las cosas que no había dicho, pensó en su cuerpo, penso en su alma, luego, la vió tendida sobre una roca, la tocó, la sintió fria, un poco distante, pero estaba allí, aún respirando, y pese al déficit de aire que tenía, lo miró a los ojos y le dijo; "nos falta camino por recorrer".
"Claro que el camino se acorta, con las temporadas estivales desapareciendo de mi mente, mientras la lluvia, tan ácida como las lágrimas que deberían estar muriendo a mi lado, nos azota con una furia inusitada", dijo la señora, cubriendo bajo su falda al pequeño. Y tras limpiarle la nariz, recordó:
"Parecían ligeras las advertencias sobre la hecatombe que llegaría. Parecían largos los días alegres en que caminabamos juntos, hijo mío, sin pensar un instante en que las nubes nos arrojarían balas fulgorosas y adoloridas".
Y así, nuevamente emprendieron la marcha, aplastando las últimas hojas que ese árbol desnudo dejaba caer.


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