Nos sentamos a cada lado de la verdosa banca y nos pusimos a jugar a decirnos la verdad. Tu comenzaste, con palabras que saltaban con alevosía entre el espacio por donde se juntan tus labios. Yo por mi parte, escuchaba con inusitada calma, sin dejar caer ninguna de las palabras que escurrían por el borde de la banca. Llegó mi turno, y intenté dispararte a quema ropa, intenté hacerte caer de la banca, pero te mantuviste estoicamente en ella, como si tuvieras más cosas por decir.
Pensé que mis palabras pasaban sin cambiar el color de la banca, sin modificar siquiera una parte de tus facciones. Pero volviste a hablar, y lo hiciste sin titubear una sola vez, como si ya conocieses el desenlace de aquella historia, como si fuese un libreto de alguna obra teatral. En el acto, pasaste de la alevosía a la metáfora, a la metonimia y al silencio. Luego, derramaste unas lágrimas y yo sólo tuve tiempo para la ecolalia, para el decir sin decir nada, y para silenciarme.
Después de contemplarnos en silencio por largos minutos, nos levantamos de la banca, y caminamos, caminamos y caminamos, sin siquiera pronunciar una palabra. Comencé a caminar a unos pasos más rápido que tu, y de pronto desesperaste; rompiste la burbuja, comenzaste a disparar raudamente, y sin medir tus palabras, comenzaste a asumir que realmente sentías, que realmente querías algo en tu vida y que no podías permitir que avanzara un paso más, sin tomar tu mano.
domingo, 4 de noviembre de 2007
Algoritmos!
Posted By Mr. Writer! en 19:03
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2 comentarios:
que lindo, esto, casi siempre ocurre, el silencio carcome palabras... y llena cada espacio, es más fuerte, puede más...
peroo el amor se rinde ante él, claro cuando es fuerte y sincero :)
Con tus historias dan ganas de seguir leyendo! y escribiendo
Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón...
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