jueves, 15 de noviembre de 2007

Pónlo En Mis Zapatos.

La primera vez que sentí que alguien pudiese transmitir a través de vibraciones algo más allá de lo común fue un 15 de marzo de 1968, mientras la ciudad reposaba bajo la lluvia. El encendió un cigarrillo y nos dijo: "dicen que los lentes de las cámaras roban almas". Todos reímos, y hicimos caso omiso al comentario, pero repitió de forma más enérgica: "sería ideal si desconectan esa basura, es como si sintiese oscuras vibras sobre mi". Algo importante iba a suceder y decidí no apagarla, y sólo fingir que ya no estaba allí.
Lentamente comenzó a aproximarse a su destino, y tomó con inusitada suavidad ese instrumento, como si hubiese un compromiso implícito flotando entre ellos. Claramente sostenían ese vínculo. Se soltaron las primeras notas al aire, pero él hizo un espacio para comentar lo que había pasado la otra noche y encendió el segundo cigarrillo, mientras el primero aún se consumía en el piso. Siempre tuve plena consciencia que él era de esas personas con la extraña habilidad de irradiar sin siquiera notarlo, como un don no explorado, pero muy bien desarrollado, sin tenerlo en mente. El magnetismo de aquella sala acromática nos sumergió en un estado de somnolencia placentera, como los cinco minutos antes de entrar en mundos oníricos. Comenzamos a flotar entre la sala, mientras él, tal como en el diván comenzaba a contar su des-amor, a mostrar que pese a sus vestimentas, y a su sonrisa inagotable, sentía como la vida se acababa, y como el mundo estaba cercano a dejar de sentir esas vibras que desplazan lágrimas de placer por cada centímetro cúbico de sangre que corre eufóricamente a través del inconsciente colectivo que oscila sobre nosotros.


1 comentario:

Anónimo dijo...

cada año cumplo años el 15 de marzo...
Es entretenido leerte,
aunque quedo con gusto a poco,
me dan ganas de que siga, pero
bueno...
un beso !
y estudia harto, que queda poco!!